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El espíritu de pertenencia: un tesoro escondido

Mucho se habla de este tópico ligado al ambiente laboral, pero no son muchos los que logran dar en la tecla sobre su verdadero significado y su peso específico en una organización; razón por la cual esta condición es bastante poco frecuente hallarla en todos lados, más bien, una condición escasa. En esta nota José Sladkay, gerente de Operaciones de Plaza Logística analiza el espíritu de pertenencia.

El sentido de pertenencia es un lazo moral que se establece entre una persona y una institución de la que se forma parte, bien naturalmente (una familia, un país), o por libre adhesión (una asociación, un equipo, una organización, etc.). En este orden, el sentido de pertenencia es una actitud del espíritu que nos da la conciencia de “pertenecer a”, es la satisfacción personal de ser reconocido como parte integrante del todo, valorado, tenido en cuenta, apto, premiado, capaz de participar, en una palabra, hallarse “como el pez en el agua”, una tranquilidad interior que nos hace pensar y descansar en este pensamiento: “este es mi lugar”, “estoy donde debo estar”.

Se trata de una actitud de la inteligencia en cuanto actitud consciente, y también de la voluntad, en cuanto compromiso afectivo. Sin dudas, tiene un alto componente de “identificación” con los valores, objetivos, políticas, filosofía y desafíos de la institución. Valores, objetivos e IDEALES, que vienen a ser el motor que pone en marcha este proceso de identificación y pertenencia. El hombre vive de ideales, y son ellos los que lo terminan definiendo en cuanto a su actitud de vida y actitud laboral. Sin ideales, quedaríamos sujetos a una vida sin sentido, monótona, tibia, sin pena ni gloria, sin empuje ni motivaciones profundas, que haría de nosotros personas apáticas.

Este sentido de “pertenecer a” es innato en el hombre, es una necesidad de nuestra naturaleza humana que hace que “necesitemos” identificarnos con. Frustrar ese sentido, sería frustrarnos como personas y frustrarnos también profesionalmente. Sin embargo, este espíritu no surge de manera espontánea, es necesario cultivarlo, tanto por parte de quienes lideran las organizaciones en línea descendente; como así también desde abajo hacia arriba y transversalmente entre todos.

El sentido de pertenencia fortalece el sentimiento de que todos somos uno (todos para uno y uno para todos…), de que todos nos pertenecemos mutuamente y por tanto nos debemos a los demás en cuanto a socorrerlos en ayuda profesional y en cuanto a alegrarnos por sus logros profesionales, que también son nuestros: “si a fulano le va bien, les irá bien a todos, y también me irá bien a mí”, así razona quien es parte de. El bien de uno, es el bien de todos. Esta filosofía es como el fruto del verdadero espíritu de pertenecer a.

Llegar a adquirirlo, no depende de si la empresa es grande o pequeña, una multinacional o una pyme, pues al tratarse de una condición de las personas, de un “hábito” en cuanto patrimonio y bien personal, trasciende los entornos. Ciertamente las empresas más familiares y de menor escala tendrán la ventaja de que, al ser todo más cercano y en donde convertirse en “números” es más improbable, el camino para cultivar este sentido sea más directo.

¿De qué manera se manifiesta? Muchas pueden ser la formas, pero digamos para ejemplificar algunas de ellas, como pueden ser las ganas de venir a trabajar, el detalle por el trabajo bien hecho, el compromiso y responsabilidad, saber aceptar los momentos de dificultad por los que pueda transitar la organización, patrocinar el buen clima laboral, mirar a los demás no como “potenciales competidores” de las propias apetencias personales, sino como “copilotos de un mismo viaje”; en una palabra, la secreta convicción de que somos un instrumento importante, reconocido, irrepetible y único para que el gran orquesta no desafine y la música suene armoniosa.

Haber adquirido el sentido de pertenencia es la condición previa al cultivo de la excelencia corporativa. Sin este espíritu, podrán existir talentos y buenos profesionales que aspiren a la excelencia, pero serán casos aislados que no logren torcer el destino final de la empresa. El espíritu de pertenencia es el escalón previo y quien potencia la excelencia. Un empleado que no se sienta parte de, difícilmente intente hacer las cosas con perfección, más bien la mediocridad y el masomenismo, se apoderarán de sus actos, su trabajo será deficiente, y afectará sin dudas el resultado final del todo.

Empresarios: ¿quieren lograr sus objetivos y liderar organizaciones prósperas? Pues fomenten, ocúpense y cultiven el sentido de pertenencia en sus profesionales, es la mejor “inversión” que pueden hacer. Empleados: si tienen la suerte – que la tienen pocos – de pertenecer a una institución que proyecte sus personas y nobles ideales profesionales, se puede decir que han encontrado un tesoro; toca ahora cuidarlo, cultivarlo, promoverlo entre ustedes.

Quienes logren encontrar “su lugar” en un grupo, en un equipo, en un ambiente de trabajo, habrán encontrado una mina de oro; habrán encontrado el impulso que los disparará como un resorte y los sacará del apoltronamiento en que viven muchos, haciéndolos hombres y mujeres cual nunca quizás hubieran imaginado poder llegar a ser.

José Sladkay, gerente de Operaciones de Plaza Logística.

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