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Las empresas se preguntan: ¿cómo hacer para retener el talento?

En esta columna Alejandro Leiras, director de capacitación de ARLOG se interroga sobre la retención de talentos en las empresas y ofrece su visión. “Hay que armar procesos en los que cada uno aporte lo mejor de sí y donde la gente pueda brillar y luego, que esto quede en el corazón de las empresas y trascienda a las personas” sostiene Leiras.

Las empresas se preguntan constantemente ¿Cómo hacer para retener el talento? Dicen que el talento se les va, que viene gente que les interesa, pero se les va.
Entonces se ponen a trabajar más duro en crear espacios tentadores de bienestar y comodidad para que las personas permanezcan en ellas. Pero igualmente no funciona.
Es que hace rato cambió la ecuación. El concepto de retener paso al viejo paradigma: la energía enfocada en crear espacios y procesos.
Hay que empezar a diseñar procesos, empresas, relaciones y puestos dentro de cada una de las empresas que permitan capitalizar el talento que dejan las personas y su conocimiento. Hacerlo propio, hacerlo al seno de la compañía y permitir que las personas sigan, fluyan, continúen su viaje cuando así lo deseen.
El desafío es grande. Porque hay que armar procesos donde cada uno aporte lo mejor de sí, donde la gente pueda brillar y luego, que esto quede en el corazón de las empresas y trascienda a las personas.
Voy a plantearles una metáfora. Supongamos que la empresa es un hermoso jardín dirigido por un jardinero. Este hombre procura que todas las plantas estén al cuidado perfecto: que pudieran estar en su máxima expresión, limpia sus hojas, y cuida de que los insectos no se las coman. Hace todo eso porque le importan los colibríes que lo visitan. Y cuando estos aparecen pone agua y azúcar en un bowl, pero los colibríes siempre se terminan yendo después de tomar.
Entonces idea una jaula para poder capturarlos, pero no tiene buenos resultados. Porque en cuanto los colibríes quedan prisioneros ya no aletean cerca de las flores, sino que se quedan agarrados a los barrotes esperando que las deje salir de ahí. El jardinero no entiende que el objetivo no es que se queden, sino verlos en su máximo esplendor, su arte, sus colores, las líneas que trazan con su vuelo. Para eso, tiene que asegurarse de tener el jardín lleno de plantas dulces y atractivas así los colibríes vendrían todo el tiempo a comer de ellas.
Ya no importará quienes vienen y quienes se van, sino que vayan y vengan sin necesidad de aprisionarlos y así disfrutar de la magia que da la libertad de verlos brillar en donde estén y hagan de ese jardín un lugar único.
Las empresas tienen que dejar de enjaular a los colibríes que pasan por ellas. Es necesario empezar a generar espacios y jardines preciosos – como muchas ya vienen haciendo- no con el afán de capturarlos, sino de aprovechar cada uno de sus aleteos el tiempo que quieran estar.

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